La historia de la Proloterapia

La proloterapia se basa en la premisa de que el dolor músculo esquelético crónico se debe a la reparación inadecuada del tejido conectivo fibroso, lo que resulta en debilidad en ligamentos y tendones, lo que se conoce como insuficiencia del tejido conectivo.

Cuando el tejido conectivo se encuentra débil, la resistencia a la tensión es más débil o insuficiente. Mientras el tejido conectivo funcione insuficientemente, los receptores de dolor seguirán afectando al paciente. Si  el déficit de fuerza no se corrige lo suficiente para detener el dolor, se puede producir un esguince crónico o puede aparecer una deformación.

Éste es el problema que resuelve la proloterapia: Estimula el crecimiento y la reparación del tejido conectivo y el fortalecimiento de los ligamentos y los tendones para eliminar o reducir el dolor.

Históricamente, el uso de la proloterapia se remonta a Hipócrates que trató los hombros dislocados de los soldados en los campos de batalla con una aguja caliente para estabilizar la articulación.

De 1835 a 1935, se utilizó inyección de agentes de tipo esclerosantes para estimular a las hernias a proliferar nuevo tejido fibroso. Fue durante la década de los 50’s cuando el doctor George Hackett pasó muchos años en el desarrollo y el perfeccionamiento de la terapia de la inyección de los tendones y los ligamentos. Hackett definió la proloterapia como la rehabilitación de una estructura con mal funcionamiento (ligamentos o tendones), con la generación de nuevo tejido conectivo y concluyó que una articulación es tan fuerte como el más débil de sus ligamentos.

La proloterapia también se conoce como la terapia de la inyección regenerativa, terapia reconstructiva.